lunes, 25 de diciembre de 2017

Doryscope

Dorica Film fue una productora italiana de vida efímera dedicada a la explotación de filones populares. Sus primeras películas son sendos peplum dirgidos por Giorgio Ferroni y protagonizados por Gordon Scott. El primero de ellos está rodado en Euroscope, la marca con que los laboratorios Spes denominaban el Techniscope de dos perforaciones por fotograma. El segundo mediante un procedimiento anamórfico análogo que los laboratorios bautizaron directamente como SpesVision.

En breve, la productora se volcará en otros géneros de moda, como el spaghetti western y el cine de euroespías. Tres de estos títulos están coproducidos con España y dos de ellos tienen la particularidad de que el sistema con el que se publicitan lleva el nombre de Doryscope, a todas luces un acrónimo a partir del nombre de la empresa.


Marc Mato, agente S-077 / S-007, Spionaggio a Tangeri (1965) está dirigida por el griego Greg Tallas y protagonizada por los argentinos Luis Dávila, Alberto Dalbés y Perla Cristal. Los dos primeros repetirán en la secuela apócrifa S-077, Operación relámpago / Agente Logan: Missione Ypotron (1966), dirigida por Giorgio Stegani con el seudónimo sajón de George Finley. En ambos casos la productora española es la Atlántida Films de José Frade, aunque el procedimiento anamórfico del segundo título es el habitual Techniscope.


La otra coproducción comercializada con la marca Doryscope también está firmada por George Finley. Se titula Adiós, gringo / Adios Gringo (1966) y la financiación española corre por cuenta de la Cooperativa Cinematográfica Trébol Films. En esta ocasión, en los títulos de crédito de la copia italiana no aparece ninguna indicación del procedimiento anamórfico, pero la cartelería española ostenta la marca en la que hoy reparamos.


 

Sin embargo, en otros ámbitos geográficos nos tropezamos con menciones al Totalscope, el Euroscope e, incluso, el CinemaScope de 20th Century Fox.

lunes, 4 de diciembre de 2017

El SanchezScope por Techniscope

La comedia española se tomó a chacota esto de la pantalla ancha desde su mismo nacimiento. La publicidad de Tres eran tres (Eduardo García Maroto, 1954) proclamaba con orgullo de producción pobre pero honrada:
¡¡NI CINEMASCOPE!!
¡¡NI VISTAVISION!!
¡¡NI RELIEVE!!
SINO TODO LO CONTRARIO
¡RISA FRESCA al ESTILO FUTRISTA!


Una década más tarde la pantalla ancha es un acontecimiento cotidiano en la producción española gracias al Techniscope, un sistema harto económico ideado en los laboratorios italianos de Technicolor que permite ahorrar la mitad del negativo al capturar la imagen sin compresión en la mitad de un fotograma estándar –dos perforaciones en lugar de cuatro– y realizando la conversión anamórfica directamente en el tiraje de copias. Hasta cuetrocientos títulos en producción propia o en coproducción con Italia llegaron a rodarse mediante este procedimiento a lo largo de los años sesenta y primeros setenta. Uno de ellos fue Educando a una idiota (Ramón Torrado, 1967).


Educando a una idiota es una adaptación de una comedia de éxito de Alfonso Paso. El prolífico comediógrafo satirizaba en ella el cine español y la figura de la folklórica tan espabilada como analfabeta. Menos, la del productor pagado de sí mismo, caprichoso y machista al que se le ha ocurrido que la estrella de la canción debe protagonizar una película de corte histórico. Se ve que Fernando Trueba no inventaba nada cuando armó La reina de España (2016). Todo parodiable de puro rancio, porque la producción histórica ha agotado su recorrido a principios de la década de los cincuenta y las folklóricas llevan enredadas con charros y guerrilleros antinapoleónicos desde que los niños cantantes les quitaron el primer puesto en el podio del favor del público.

El modelo es doble. Por un lado, el Pigmalión de George Bernard Shaw, actualizado gracias al éxito reciente de My Fair Lady (George Cukor, 1964). Por otro, el del profesor botarate que debe proporcionar un barniz de cultura a la inculta recalcitrante, pero con corazoncito, que habían interpretado Tom Ewell y Jayne Mansfield en The Girl Can't Help It (Una rubia en la cumbre, Frank Tashlin, 1956). Con estos mimbres, teje Alfonso Paso y reteje Ramón Torrado, la historia de la folklórica Lola Vargas (Conchita Núñez), su torpe educador (José Campos) y el prepotente productor Eurico Sánchez (José Bódalo). Tanto, que su nueva película se presenta en EuriColor y SanchezScope, según consta en la invitación para el estreno que el atribulado profesor sostiene entre sus manos.